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Trabajar ocho horas diarias o incluso más, nos desgasta física y mentalmente, teóricamente las jornadas laborales están específicamente diseñadas para realizar el trabajo correspondiente, repartido en las diferentes horas, desgraciadamente hay trabajos o actividades que nos demandan más tiempo y esto hace que nuestras jornadas se extiendan horas bastante considerables.
Sin duda alguna, reclutadores y empresas buscan personal eficiente, en su mayoría con diferentes características como la tolerancia a la frustración, dinámico, creativo, entre otras, dichos que son un factor competitivo para formar parte de una empresa o institución, pero lo que en su mayoría pasa desapercibido, es que lo importante no es el número de tiempo que se esté invirtiendo en realizar un trabajo sino que se esté produciendo la energía necesaria para ejecutarlo.
En muchas ocasiones ocho horas suelen ser demasiado para nuestro cuerpo en diferentes factores, no porque no podamos trabajarlos, sino porque ese trabajo deja de rendir los frutos que esperamos, a cierta hora del día nuestro cerebro, la vista e incluso nuestra postura se encuentra cansada, por lo tanto las circunstancias nos hacen rendir menos que a las nueve de la mañana cuando llegas renovado.
Ciertamente es que si te encuentras en un empleo que no te agrada ni te está haciendo crecer personal y profesionalmente, se complica aún más el lograr contar con la eficiencia necesaria, además de agregar que someternos a un empleo así trae también problemas de salud que afectan nuestra calidad de vida.
Para las empresas el contar con una jornada laboral menor a la que están acostumbrados se recalca como una gran ventaja competitiva que además ayuda a reclutar al mejor personal con los mejores talentos.
Muchas empresas a lo largo de la historia han conseguido implementar está iniciativa en sus vidas, logrando mantener un trabajo eficiente, en un ambiente productivo y un personal enfocado, pero sobre todo felices con su trabajo.
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